Conozca los distintos elementos utilizados para la protección, el trabajo y la supervivencia en el campo de operaciones.
Este llamativo traje fue una verdadera armadura contra el fuego. Está confeccionado en amianto y reforzado con poliuretano en su interior, lo que permitía a los rescatistas entrar en lugares donde las llamas y el humo hacían imposible la supervivencia sin protección.
Su uso estaba pensado para situaciones extremas: con un tanque de oxígeno en la espalda, máscara en el rostro, guantes y botas del mismo material, quienes lo vestían podían acercarse a un incendio, rescatar heridos o incluso realizar maniobras rápidas como cerrar una válvula.
El visor no era de vidrio común, sino de mica, un material capaz de soportar altísimas temperaturas, similar al que tenían las antiguas estufas salamandra u hornos de cocina. Antes de entrar en acción, el traje se mojaba por completo, aprovechando que el poliuretano absorbía agua y brindaba una protección extra.
Estos trajes solían estar presentes cerca de helicópteros o aviones al momento de aterrizar, listos para actuar de inmediato si ocurría un accidente.
Hoy ya no se utilizan, porque se descubrió la toxicidad del amianto y surgieron nuevas tecnologías de protección. Sin embargo, este traje nos recuerda la valentía de quienes, literalmente, se vestían de fuego para salvar vidas.
Este traje, confeccionado en neopreno, fue utilizado por personal especializado de la Armada Argentina entrenado para operaciones de rescate, salvamento y reconocimiento en el mar. Su diseño hermético permitía mantener la temperatura corporal en aguas frías, otorgando protección térmica y movilidad bajo condiciones extremas.
El equipo incluía un visor integrado para mejorar la visibilidad bajo el agua, un cinturón de seguridad y un chaleco salvavidas inflable. Era empleado por nadadores de rescate y buzos tácticos, quienes debían operar en situaciones de emergencia, tanto en aguas abiertas como en zonas costeras o de difícil acceso.
Durante la Guerra de Malvinas (1982), trajes de este tipo fueron utilizados por efectivos de la Armada y Prefectura Naval en diversas misiones, como rescates de tripulaciones, reconocimiento de costas y apoyo a unidades navales. Su resistencia al frío resultó fundamental en las aguas del Atlántico Sur, donde la temperatura del mar podía descender a niveles peligrosos para la supervivencia humana sin protección adecuada.
Este ejemplar perteneció al Nadador de Rescate VGM Claudio Adrián Pascual, y fue donado al museo por su esposa, Ángela Ferreira, como testimonio del valor y la preparación del personal que cumplió funciones vitales durante y después del conflicto.
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