Conozca los objetos, uniformes y recuerdos que reflejan la experiencia del soldado en el conflicto.
Estos dispositivos eran utilizados por la Armada Argentina para señalización, rescate y comunicación visual en el mar o en tierra.
Su función principal era permitir que embarcaciones, aeronaves o personal en situación de emergencia pudieran ser localizados, especialmente en condiciones de poca visibilidad o durante operaciones nocturnas.
Entre los elementos se destacan:
Cohetes bengala con paracaídas: proyectiles luminosos que se elevaban varios cientos de metros y descendían lentamente, iluminando amplias zonas del mar.
Bengalas de mano: utilizadas para señalar posiciones o pedir auxilio. Emitían una luz intensa de color rojo o naranja.
Botes fumígenos: generaban una densa columna de humo de color visible a larga distancia, útiles para marcar zonas de rescate diurno.
Cajas de munición militar: empleadas para el transporte y resguardo de cartuchos o proyectiles.
Durante la Guerra de Malvinas (1982), estos recursos fueron esenciales para las operaciones de rescate, señalización de posiciones propias y comunicación visual entre unidades en condiciones extremas del Atlántico Sur.
Estos elementos formaban parte del equipo personal que acompañaba a cada soldado durante las operaciones en el terreno. Incluyen una cantimplora, recipientes metálicos para comida y una carpa de campaña, utilizados en las frías y húmedas condiciones del archipiélago.
La cantimplora, confeccionada en aluminio y protegida por una funda de tela, permitía conservar el agua o líquidos calientes. Las cazuelas y bandejas metálicas servían tanto para comer como para calentar alimentos directamente sobre el fuego.
Durante la Guerra de Malvinas (1982), este tipo de equipamiento fue indispensable para la supervivencia diaria de los combatientes, quienes debieron resistir el clima hostil, la humedad y las bajas temperaturas durante semanas de combate y espera en posiciones.
Cada uno de estos objetos refleja la vida cotidiana del soldado argentino en campaña, marcada por la austeridad, la resistencia y el compañerismo.
Durante la Guerra de Malvinas, las cocinas de campaña fueron fundamentales para el sostenimiento de las tropas argentinas en el terreno. Estos equipos móviles permitían preparar y distribuir alimentos calientes a los soldados en condiciones extremas, soportando frío, viento y humedad constantes.
Funcionaban a leña, carbón o gasoil, y estaban equipadas con ollas, compartimentos de cocción y una chimenea que mantenía el calor y disipaba el humo. Gracias a su estructura sobre ruedas, podían ser remolcadas por vehículos militares, garantizando movilidad y rapidez en el despliegue.
Más que un elemento logístico, la cocina de campaña simbolizaba un espacio de alivio y humanidad: el momento en que los soldados compartían una comida caliente en medio del conflicto, sosteniendo el espíritu y la camaradería del grupo.
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